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¿Tienes la razón?

¡Siempre tienes la razón!

Vivir desde la dualidad de la mente nos llena de tantos argumentos que siempre tendrás la razón... O al menos, eso crees.

Cuando un niño nace en una familia judía, al ver las guerras entre judíos y palestinos, preguntará quienes son los buenos, a lo que sus padres, absolutamente convencidos de su verdad, le dirán que los judíos. Y así crece este niño con argumentos cada día más elaborados sobre la inocencia de su raza y la bondad de los suyos. Luego será capaz de asesinar palestinos y no sentirá culpa por ello. Programas de odio, de etiquetas, de juicios sobre lo bueno y lo malo, el mundo dual, cuantas guerras y cuánto dolor nos genera vivir así.

Familias enteras se destruyen, sociedades, comunidades, divididos defendiendo su razón.

-Esto me lo ha inspirado el libro Vivir en el Alma de Joan Garriga-.

La aceptación de la vida como es. 

Mi invitación es a vivir desde la aceptación del momento presente como es, de las personas como son, de la vida con lo que trae, sin juzgar, sin defenderte, viviendo simplemente.  Amando lo que es con la certeza de la sabiduría que rige el universo, en palabras de Marianne Williamson en su libro Volver al Amor: “Si verdaderamente creyéramos que hay un Dios, un orden benéfico en las cosas, una fuerza que las mantiene unidas sin necesidad de nuestro control consciente, y si creyéramos que verdaderamente nos ama, se preocupa por nosotros y nos protege y que podemos darnos el lujo de relajarnos… El cuerpo físico está siempre funcionando, es un conjunto de mecanismos de un diseño tan brillante y de tal eficacia, que nuestras obras humanas jamás ni siquiera se le acercaron, el corazón late, los pulmones respiran, los oídos oyen, el pelo crece y nosotros no tenemos que hacerlos funcionar, simplemente funcionan.  Los planetas giran alrededor del sol, las semillas se convierten en flores, los embriones en bebés, sin necesidad de nuestra ayuda, su movimiento forma parte de un sistema natural.

Tú y yo también somos parte de ese sistema, podemos dejar que dirija nuestra vida la misma fuerza que hace crecer las flores o podemos dirigirla por nuestra cuenta.

Tener fe es confiar en la fuerza que mueve el universo, la fe no es ciega, es visionaria, tener fe es creer que el universo esta de nuestra parte y que sabe lo que hace, el bien despliega una fuerza que opera en todas las dimensiones, nuestros intentos de dirigirla no hacen más que interferir en ella.

Nuestra disposición a confiar en ella le permite operar en beneficio nuestro, lo que tratamos de controlar funciona mucho mejor sin nuestra intervención”.

 

Identificación con el personaje que tiene la razón. 

Cuando los seres humanos nos enfrentamos y sacamos toda nuestra "artillería", compuesta por nuestra supuesta inteligencia, conceptos, creencias, argumentos, y al final terminamos teniendo la razón, la sensación es tan vacía, como que triunfas, y te preguntas: ¿Esto para qué?

Esa es la sensación de tu ego, esa que genera un sinsabor de aquel que persigue un objetivo y cuando lo logra, no siente satisfacción.

Esto fue lo que te enseñaron, la identificación con tu cuerpo, con tus experiencias, tu origen, tus títulos, tu familia, tus bienes materiales, tu trabajo, tu estrato, tu apellido, todo aquello que crees que te pertenece y que no es más que el andamiaje del personaje que encarnas, ese que te hace depender de la realización y la obtención de lo externo para ser feliz, para sentirte realizado, una felicidad por demás efímera, vulnerable, inalcanzable, un listado de expectativas egoicas que cuando se logran dejan de ser valiosas, pues inmediatamente el personaje crea otras más para que el ciclo de lucha y esfuerzo jamás termine.

¡Y ni hablar de la tristeza profunda y la depresión que se producen cuando te das cuenta que nada te pertenecía! Cuando deja de estar quien creías que te hacía feliz, cuando experimentas una quiebra financiera, cuando una enfermedad o un accidente te cambian los planes, cuando un desastre natural te toca, cuando simplemente pierdes el empleo y ya no puedes conservar el estrato que te hacía importante, ¡Ahí descubres que nada te pertenecía!  ¡Que la vida te está llamando a reconocer que solo te tienes a ti!

 

¡Paz por encima de tener la razón! 

¿Y si pruebas lo que se siente cuando cedes? Cuando eliges conservar tu paz por encima de tener la razón, gana lo que realmente eres: Tú ser interior.  Es indescriptible la sensación de plenitud que se alcanza allí, cuando pones todo tu amor, cuando dejas de limitarte por lo que crees y por lo que crees que eres, cuando te liberas de tus conceptos y de esa terquedad que te dice que tienes que tener la razón.

Ese momento sublime en el que conectas con la inmensidad que eres y te expandes en amor, en paz, en armonía con la vida, con los que te rodean... Esa maravillosa conexión que te permite re-conocerte, recordarte como el Ser Espiritual que eres, ese capaz de ser feliz con la vida como es, esa conciencia infinita que se funde con la realidad y disfruta el camino.

Yo la verdad, he experimentado tantas veces la satisfacción real de fluir con la vida, de permitirme ser guiada por ella, de conservar relaciones armónicas con los que me rodean, que no me interesa el desgaste absurdo de luchar y tener la razón.

 

"¡Eso es muy difícil!" 

Grita tu ego ofendido con lo que te estoy diciendo... 

Respóndele en voz bajita: "Cálmate, poco a poco lo lograremos."

Y en cuanto llegue a tu vida una oportunidad para entrenarte, ¡Hazlo!  Cuando verifiques lo que se siente, ya no volverás a ser el mismo, tu observador cambiará y te regalará la oportunidad de entrenar el músculo de la conciencia.

Yo personalmente, también he vuelto a caer muchas veces, solo que ahora me doy cuenta (eso es ser consciente) y además reviso los resultados en mi cuerpo, en mis emociones, que créeme que no son nada agradables, así que me elevo por encima de la circunstancia, observo a María del Mar la que discutía o creía ser muy sabia, la que resistía y juzgaba la vida, aquella que decidió enfrascarse en su razón, y le digo: "Tranquila, estás aprendiendo, no hay afán, tienes toda la eternidad" y así, no caigo en el juego incesante del juicio, solo integro y acepto el momento presente con las imperfecciones que yo le estoy adjudicando, comprendiendo que así también es perfecto, es parte del proceso de aprendizaje, así que suelto, acepto y me fundo con la vida como es.

Es un proceso compasivo, es amoroso, es valioso para todos, simplemente ES.

Ahora te pregunto a ti: ¿Aún quieres tener la razón?

María del Mar Ríos.

Coach de vida.

 

4 Comments

  1. Blanca Villegas dice:

    Excelente artículo!
    Gracias María Del Mar

  2. Sandra dice:

    Gracias, María!! te cuento, que he aprendido de la vida que tenemos mucha vestimenta, y lo más importante es que debemos amarnos querernos y respetarnos a nosotros mismos.

  3. oscar piedrahita dice:

    Realmente es una lectura gratificante gracias Maria

  4. Alejandro Zavala dice:

    Excelente! Nunca lo habia visto desde ese punto de vista y me parece muy interesante!

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