Muchas personas me preguntan:
¿Por qué leo libros, veo conferencias y no logro cambiar mi forma de ser o de actuar?, ó ¿Por qué si sé lo que tengo que hacer no lo hago? ¿Por qué me cuesta tanto dejar a mi pareja o tomar decisiones que conscientemente sé que me harían bien?
Estas preguntas son muy frecuentes entre las personas que descubren que les haría bien un cambio, bien sea en sus hábitos alimenticios, de cuidado de su salud a través del ejercicio, personas que reconocen la necesidad de tomar una decisión por su bienestar, se sienten incapaces y no comprenden por qué.
Hoy te contaré las razones por las que saboteas tu felicidad y cuatro (4) prácticas para que retomes el poder sobre tu vida.
Como seres humanos nacemos inocentes de conocimientos, si bien traemos unos programas ancestrales en el disco duro, también es cierto que no tenemos codificado ni siquiera el idioma que hablan nuestros padres, ni su religión, sus preferencias alimenticias, deportivas, sus reglas morales, y todo el sinfín de creencias que empiezan a alimentar nuestra mente desde que venimos a este plano físico.
Una vez nacemos empezamos a absorberlo todo sin cuestionarlo, pues la actividad cerebral del niño actúa sobre los rangos de Theta, que equivale a un estado de imaginación o ensueño hasta los 6 años, de modo que no tenemos otros conceptos para comparar o filtrar lo que se nos enseña, lo que vemos o experimentamos, es por eso que esta etapa es crucial para el desarrollo de nuestra personalidad. Somos unos discos duros con programas de base (transgeneracional y proyecto sentido), que se siguen llenando a partir de todas las experiencias de este recorrido llamado vida.
Quisiera explicártelo de la forma más didáctica posible para que lo comprendas y se quede grabado en tu disco duro 😉

Imagina que nuestro cuerpo físico es el hardware, y nuestra mente es el software, dentro de ese software hay unos programas que permiten la funcionalidad de aplicaciones como Word, Power point, Excel, Paint, entre otros.
Como usuario del equipo para operar las aplicaciones, accedes en tu pantalla a lo visible, a la hoja de cálculo del Excel, que para nosotros se asemejaría con nuestro cerebro consciente, eso que sabes que sabes, lo que deseas, lo que piensas conscientemente y sabes que está allí.
No necesitas acceder a la programación de cada aplicación, ni conocer los algoritmos informáticos con que se han desarrollado ni al desarrollador en si, aunque tienes la certeza que existen, de lo contrario, no podrías ponerlos en funcionamiento. En nuestro caso, no necesitas acceder a la información inconsciente para poner en funcionamiento cada órgano de tu cuerpo, para poner tus piernas en marcha, para que tus ojos vean, tu corazón lata o tus riñones filtren, de igual manera no necesitas conocer estos programas para darte cuenta que estás sujeto a las reacciones incontroladas de tu inconsciente, que están allí para protegerte.
Así pues nuestra información consciente, se asemeja a la hoja de Word a la que tienes acceso, es todo aquello que podemos ver: entorno, comportamientos, hábitos, actitudes.
Por otro lado, nuestra información inconsciente, es la programación que permite que se desarrollen aquellos procesos biológicos que no requieren nuestra intervención para funcionar, así como miedos, creencias, valores, mecanismos de defensa y supervivencia del ego, patrones, prejuicios, emociones reprimidas, deseos inconscientes.
Ahora bien, todo esto funciona como programas, que al desconocerlos, simplemente se manifiestan en nuestros comportamientos, de manera automática, inconsciente, involuntaria y reactiva, sin que podamos evitarlo, pues este cerebro tiene una respuesta equivalente a 4 veces en rapidez a la respuesta del cerebro consciente. De modo que no alcanzas a discernir tus acciones, es como si este cerebro actuara por ti.
Adicional a ello, este cerebro administra del 95% al 97% de nuestros comportamientos y manifestaciones, mientras conscientemente, sólo regulamos del 3% al 5%. Esto impacta y nos hace darnos cuenta que: Somos unos títeres de toda esta información inconsciente.
Bien decía Carl Jung
“Hasta que lo inconsciente no se haga consciente, seguirá manejando tu vida y tu le llamarás destino”
Un ejemplo de algo que sucede muy a menudo:
Una mujer es maltratada por su pareja, este la grita y la golpea, ella vive muy cansada de la situación, y le cuenta a su hermana que ella sabe que lo mejor es separarse de él.
Un día él llega borracho y la agrede, en medio de la escena, ella al sentir dolor físico, le pide que se vaya, así pues, el hombre empieza a empacar su ropa, cuando de repente la mujer se pone de rodillas y le ruega que no se vaya, diciéndole que sin el se moriría.
Conscientemente la mujer sabe cual es la mejor decisión. Inconscientemente, reacciona involuntariamente y le pide a su verdugo que se quede. ¿Por qué? Porque esta mujer ha sido abandonada por su padre de niña, y tiene un engrama o rail que le dice: “El abandono duele demasiado, no lo permitas por nada del mundo”. Esta información está allí para protegerla del dolor, a través del miedo, sin embargo, condiciona totalmente su libertad de decidir, lo cual la mantiene presa de esa situación.
El inconsciente sabotea nuestra felicidad porque:
Como vemos el inconsciente nos domina, y por esto podemos estudiar mucho, leer libros e ir a conferencias y talleres, pero si no tomamos consciencia de nuestra información inconsciente y cambiamos nuestra percepción mediante la reprogramación del mismo, vamos a seguir siendo sus títeres.
Cuatro (4) prácticas para que retomes el poder sobre tu vida.
Deseo de todo corazón que este artículo haya resuelto tus dudas y sea útil para tu proceso de regreso al amor.
Te abrazo desde mi Ser,
1 Comment
Gracias. Super claro. Ya ando en mi programa de 4 pasos